La aventura de tener un gato



Si el perro es el mejor amigo del hombre, el gato tiene que ser el mejor amigo de la mujer, y es que he visto mujeres enamoradas de sus perros, pero no he visto al primer hombre encariñado con un gatito, sin caer en el extremo de ser “la vieja loca de los gatos” me declaro una fanática de ellos.
No hay nada como tener a un gato de mascota, me atrevo a decir que son los animales con más actitud de la naturaleza, incluyo en esto a toda la especie felina, todo aquel que tenga, o haya tenido un gato en su casa sabe de lo que hablo.
Mi gato y yo:
Tal vez yo sea un caso raro, o simplemente se trate de falta de creatividad, pero a mi gato lo llamo simplemente así “Gato”, es eso lo que me inspira cuando le veo, ningún apodo tierno como “peludito”, o “kitty”, nada de eso, ni mucho menos nada de andar hablándole tierno.
Y no es que no le tenga cariño, o que sus peculiaridades no me causen ternura, por que más de una vez me ha arrancado un “¡awww!” con las locuritas que hace. Simplemente nuestra interacción es así, se trata de que cada uno cumpla su “deber”.
Yo cumplo con alimentarlo cada que preparo una comida, de lo cual está muy pendiente, pues no me puede ver entrar a la cocina sin ir detrás de mí, y él cumple su tarea de pasearse y acurrucarse entre mis pies mientras estoy sentada, viendo televisión o trabajando en el ordenador.
¿Y dónde está la aventura de todo esto?
Para algunos, llamarlo aventura parecerá exagerado, pero lo aventurero está en el factor sorpresa, ¿con que irá a salir “Gato” el día de hoy?

La aventura está en verlo corretear por la casa, persiguiendo una pelusa, o comiéndosela. Verlo revoloteando entre las cortinas, o afilándose las uñas con los marcos de las puertas, persiguiendo su cola, (yo he visto eso de los perros, pero ¡¿de los gatos?!) o dormir en los lugares y posiciones más locas jamás vistos.